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Cambio de Lado – Capítulo 2

Capítulo 2: La llegada

El avión llegó puntualmente. El maestro apareció entre la multitud. Cabello castaño, entremezclado con canas. Remera y pantalón negro. Zapatillas blancas. En una de sus manos llevaba un sweater del mismo color. En la otra, un pequeño bolso. Fue directo al jugador.
—¿Vos debés ser Tomás y usted el señor Joss?
Sí, dijeron ambos con asombro. Él nunca antes los había visto.
Joss pensó, seguramente nos reconoció por la ropa de Tomás o quizás por las fotos en los medios.
Se dieron la mano.
—Pueden llamarme Mahendra —dijo.
Caminaron hacia el estacionamiento. El empresario señaló su camioneta negra. Con ella habían viajado el día anterior desde Buenos Aires a la finca.
—Tendremos una hora de viaje ¿Prefiere que tomemos el camino de la costa? Digo, así de paso vemos el mar.
̶Lo que ustedes decidan para mí está bien —respondió el maestro y ocupó el lado izquierdo del asiento de atrás.
Cuando el vehículo, ya en la ruta 11, comenzó a aumentar la velocidad, bajó la ventanilla dejando que el aire fresco del mar le diera en su cara. Mientras, miraba absortamente en dirección al océano.
Joss, teniendo en cuenta la manera en que el aire chocaba en la cara a su visitante, disminuyó un poco la velocidad.

“¡Pueda ser que este hombre sepa cómo hacer para volver a conectarme!, pensó Tomás a la vez que llegaron a su mente imágenes de tantos intentos fallidos con otros entrenadores. Aunque tengo miedo de que ya sea demasiado tarde, que no llegue a tiempo”.
Parecía que algo más que recuperar su juego urgía al jugador. Algo mucho más importante que volver a escalar en el ranking.
Cada uno iba en su conversación, interna, consigo mismo.
Joss sentía una apresurada curiosidad por lo que este hombre podía llegar a enseñarle. ¿Podría tener Mahendra la clave que lo ayudara a comprender ese vacío interior que lo torturaba día a día, ese sentimiento que ni siquiera todo su dinero y éxito lograban calmar?
A lo largo del viaje el empresario solamente una vez preguntó al visitante si estaba todo bien.
—¡Perfecto! ¡Esto es muy bello! —contestó.
El maestro disfrutaba del silencio mientras contemplaba el paisaje del mar y las diferentes formas y alturas que dibujaban los acantilados.
Luego del hermoso recorrido Joss disminuyó la velocidad del vehículo, puso la luz de giro y la camioneta abandonó la ruta interbalnearia. La serenidad del pavimento cambió. Aun así, la amortiguación del vehículo era tan buena, que la irregularidad del camino casi no se sentía en su interior.
A unos cien metros de la ruta, cruzaron un gigante arco hecho de piedra. A partir de allí, el camino estaba cercado hacia ambos lados por una gran arboleda de pinos. Recorrieron unos mil metros más. Doblaron hacia la derecha, transitaron una cuadra y al llegar a la esquina, la camioneta giró nuevamente, pero esta vez hacia la izquierda. Hizo cincuenta metros más y se detuvo.
—¡Llegamos! ⸻dijo el empresario.
Dos bocinazos fueron suficientes para que apareciera Juan acompañado por Camilo, que ladraba y movía la cola.
—¡Buenos días! ⸻dijo el parquero, dirigiendo su mirada hacia el nuevo visitante y estrechándole la mano.
—Juan. Él es Mahendra, el nuevo coach de Tomi. Vas a tener compañía por un tiempo.
—Mejor así, mejor así —respondió mientras se dirigía hacia el baúl del vehículo con la intención de bajar el equipaje.
—¡Me encanta este lugar! —dijo el maestro mientras caminaba sobre el verde.
—Del otro lado de la casa está la cancha —señaló Tomás.
—Bien, ya tendrán tiempo de recorrer y conocer —dijo Joss— Juan, ¿qué tal si nos preparás algo para tomar?
—El agua ya está en el fuego para sus mates, señor. ¿Ustedes desean té, café, otra cosa?
—Sí, mates, para mí está bien —dijo el maestro, sorprendiendo al empresario.
—Sí —dijo Tomás—, me gustaría algún jugo.

Los tres, sentados cada uno en una reposera, descansaban bajo uno de los árboles del gran parque. Juan permanecía de pie, mientras cebaba mates amargos.
Tomás aprovechó el momento para explicar los motivos por los que había contratado los servicios del maestro.
—Como ya le conté Mahendra, perdí mi juego. Mi puesto en el ranking cae. Ya casi ningún sponsor confía en mí. Si no fuera por Joss… no sé, ni siquiera sé por qué me sigue apoyando .Y no comprendo cómo empecé a caer. Situaciones de juego que resolvía fácilmente, de repente empezaron a salir mal. A partir de ese momento todo fue hacia atrás. He cambiado de entrenadores, pero nada. Y cuando ya estaba a un paso de resignarme, alguien me habló de usted.

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